¿Por qué es necesario recuperar la conciencia activa de nuestros sentidos?

Los sentidos son nuestro puente con el entorno. Reaccionamos constantemente ante el mundo que nos rodea, desde los primeros días de nuestra vida, cuando aprendemos a reconocer el olor de la piel de nuestra madre, el tacto de los objetos, el sonido de la música, el sabor de la comida o el aspecto de un rostro.

Muy pronto pasamos a interpretar todas esas sensaciones, y como bebés aprendemos a distinguir una sonrisa de un ceño fruncido, un sonido apacible de uno inquietante, y quizá experimentar la sensación de tocar algo muy caliente. A raíz de esas sensaciones empezamos a modelar nuestro mundo y a modificar nuestro comportamiento. Nuestras preferencias dependen de los sentidos.

A medida que crecemos, seguimos interpretando todo lo que nos rodea a través de la información sensorial.

El mundo en el que vivimos juega con los sentidos de las formas más diversas para intentar seducirnos. De camino al trabajo, vemos cientos de mensajes publicitarios expuestos ante nuestros ojos. Nos inundan imágenes, sonidos, aromas, texturas y olores. Paradójicamente una de las formas más efectivas de hacer frente a esa sobreestimulación consiste en recuperar la conciencia activa de nuestros sentidos para interactuar con el mundo que nos rodea a nuestro modo, mediante nuestra propia capacidad de observación y nuestras propias necesidades.

De esta forma dejamos de ser observadores pasivos de la información sensorial para observarla activamente y elegir la que nos conviene. Por ejemplo: en lugar de disgustarnos y enfadarnos por el ruido, podemos aprender a crear situaciones para disfrutar del silencio y relajar el oído.

Si trabajamos en un despacho en donde se respira aire acondicionado viciado, podemos relajar la mente inhalando esencias de la naturaleza. Si utilizamos nuestros sentidos de forma positiva, alcanzaremos el bienestar y aprenderemos a relajarnos eficazmente.